EL RIEGO: Enmiendas y correcciones.

Propiedades de los suelos:

Como ya se ha explicado anteriormente, durante la fase de diseño se debe hacer un estudio del terreno para en caso de ser necesario, aplicar las correspondientes correcciones o enmiendas necesarias para la mejora del mismo, no descartando la sustitución parcial o total de suelos inservibles para asegurar el éxito y normal desarrollo del futuro jardín.
Podríamos decir que para un eficiente uso del agua, las propiedades más importantes son las relacionadas con la retención del agua y la infiltración. Entre estas propiedades encontramos la textura, estructura, contenido en materia orgánica, profundidad y contenido y tipo de sales predominantes. 
  • Textura: es la proporción de arcilla, limo y arena en el suelo. En función de dicha proporción se clasifican los suelos desde arenosos (ligeros) hasta arcillosos (pesados) pasando por texturas intermedias en función de las proporciones de los componentes. El poder de retención de agua en los suelos aumenta proporcionalmente a su contenido de arcilla, al contrario de lo que ocurre con la capacidad de infiltración que aumenta al aumentar la proporción de arena.
  • Estructura: es la manera de cómo se distribuyen los diferentes agregados y poros que componen el suelo. Del tamaño, cantidad y disposición de los poros determina la cantidad de retención de agua y la velocidad de infiltración del agua. Pero esta estructura puede ser alterada por factores externos, por lo que el mantenimiento de una buena estructura hará que mantengamos una buena infiltración.
  • Materia orgánica: desempeña importantes funciones, tales como contribuir a la fertilidad del suelo aportando nutrientes, por otro lado incrementa la capacidad de retención de agua en el suelo (hasta 20 veces su peso) y contribuye a dar estabilidad estructural al suelo al favorecer la formación de agregados.
  • Profundidad: habrá que considerarla al diseñar el jardín, la cual puede ser limitada por la presencia de horizontes endurecidos o modificados, por una capa freática o un horizonte salino, en resumen, por alguna variable que impida un buen desarrollo de las raíces de las plantas. En suelos con poca profundidad las raíces se desarrollan cercanas a la superficie en busca de agua y nutrientes, lo que reduce su estabilidad y capacidad de anclaje, dejándolas desprotegidas ante condiciones adversas como sequías y vientos fuertes. Por otro lado el volumen de agua almacenada será menor.
  • Salinidad del suelo: debe ser estudiada previamente a la instalación del jardín. Todos los suelos presentan sales solubles que en muchos casos son de nutrientes, pero un exceso en el contenido total de sales produce una reducción en la cantidad de agua disponible para las plantas. Por ello debemos asegurarnos que se encuentra dentro de los límites normales, sobre todo iones como el sodio (Na) que provoca deterioro de la estructura del suelo, así también otros como los de boro (B) o cloruro (Cl+) que pueden producir problemas de toxicidad en las plantas.
 
Enmiendas de mejora:
  • Los problemas descritos los podemos atenuar y corregir mediante la aplicación de las llamadas enmiendas o medidas correctoras.
  • Son varias la medidas que podemos tomar según el caso, así por ejemplo, para suelos excesivamente arcillosos, se podría aportar arena, y viceversa. Pero estas solución sólo es viable para jardines de pequeño tamaño, zonas con alto valor en viveros, semilleros o invernaderos de producción de alta rentabilidad económica.
  • Las enmiendas que realicemos deben ir encaminadas a la mejora de la estructura del suelo e incremento de sus espesor. Esto último puede conseguirse mediante un laboreo en profundidad o con un buen sistema de drenaje según el origen de la limitación de dicho espesor.
 
Enmiendas orgánicas:
  • Es primordial mantener un buen nivel de materia orgánica en el suelo mediante el aporte de la misma, es decir, realizar enmiendas orgánicas, las cuales no deben tener sólo en cuenta la cantidad de materia orgánica aportada, sino también la calidad de la misma.
  • Una buena corrección en cantidad y calidad, hará que mantengamos unos correctos niveles de nutrientes, además de mejorar la estructura y porosidad, y por lo tanto la capacidad de retención de agua y la capacidad de infiltración de la misma.
  • Una de las mejores formas de aporte de materia orgánica, es la utilización de fertilizantes orgánicos como el estiércol o el compost, hasta tener un contenido en materia orgánica en el suelo en torno al 2-3%.
 
Enmiendas calizas:
  • Consisten en la adición de calcio al suelo, en forma de carbonato cálcico.
  • Este tipo de enmienda se utiliza para la corrección del pH en suelos ácidos y activar el proceso del nitrógeno amoniacal, en nítrico el cual es asimilable por las plantas, puesto que los microorganismos que realizan el proceso, no son activos por debajo de un pH 6.
 
Enmiendas yesíferas:
  • Las enmiendas en las cuales añadimos yeso al suelo se realizan en suelos sódicos, el los cuales el deterioro de estructura por la dispersión de las partículas de arcilla hace que el menor tamaño de las mismas sean capaces de producir un sellado de poros, teniendo como consecuencia una mala aireación y la impermeabilización del mismo.
  • Al añadir yeso, lo que favorecemos es la formación de agregados al sustituir el sodio por el calcio, lo que mejora la estructura y por tanto la aireación y la capacidad de infiltración de agua.
  • El aporte lo podemos hacer vía directa en el suelo, o mediante el sistema de riego. El primero es más recomendable con un RAS elevado y una salinidad por encima de 1 dS/m, mientras que el segundo es más recomendable para salinidades inferiores.
  • Para corregir un suelo sódico, las cantidades de yeso suelen variar entre 5 y 40 Tn/ha, según intensidad del problema, aportando en situaciones críticas hasta 40 Tn/ha en una sola aplicación, mientras que en situaciones menos graves, los aportes se suelen hacer mediante dosis de menor cuantía espaciadas en el tiempo.
 
Otras enmiendas:
  • A parte de la medidas explicadas, se pueden llevar a cabo otras medidas destinadas a la regulación de la humedad del suelo y evitar pérdidas de agua ya sea por evaporación o escorrentía.
  • Entre estas medidas encontramos el empleo del acolchado o "mulching", realizado mediante el empleo de corteza de pino, hojas secas o viruta de madera, o mediante un sistema mixto compuesto de malla anti-raíces y cobertura natural (corteza de pino, cantos rodados, etc).
  • Estas cubiertas además mejoran la infiltración y distribuir el agua en el perfil del suelo, así como la distribución del agua en la superficie del suelo de forma regular, impidiendo así la acumulación en las zonas más bajas, y evitando la formación de costra superficial y la aparición de malas hierbas.
  • Para finalizar, otra práctica que se puede aplicar a suelos con escasa capacidad de retención de humedad, es la aplicación de productos hidrorretenedores, los cuales absorben y acumulan agua y posteriormente la liberan. Estos productos se deben elegir de manera que no compitan a la hora de retener agua con las raíces de las plantas. Estos productos sólo se deberían utilizar en casos extremos, ya que las enmiendas orgánicas suelen ofrecer mejores resultados.

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