El Suelo: ese gran desconocido (y olvidado).

Como está más que comprobado, la mejor manera de empezar las cosas es por el principio.

Por eso, quiero (o intentaré) comenzar a hablar de jardines por el elemento principal y muchas veces olvidado en él, que es, ni más ni menos, que el suelo.

 

Al suelo no se le suele prestar atención o se le suele prestar muy poca, y es uno de los elementos clave para el desarrollo posterior de las plantas en el jardín. Pero antes de profundizar en la materia, debemos tener unos conceptos claros, y el primero de ellos es cómo se estructura el suelo.

Dentro de la estructura del suelo, encontramos en condiciones normales, que este se estructura en varias capas, denominados estratos u horizontes.

 

El primero con el que nos encontramos de arriba a abajo, es el Horizonte A, compuesto principalmente por la materia orgánica descompuesta y la roca ya meteorizada (desmenuzada) por el paso del tiempo, los factores atmosféricos y de temperatura, a lo largo del tiempo.

Esta capa es la que denominamos "suelo fértil" y de donde toman alimento la mayoría de plantas.

Su espesor variará dependiendo del aporte de materia orgánica a la misma, y factores como el arrastre de materia por el agua, etc.

 

El segundo de los estratos, sería el Horizonte B, el cual podríamos decir que es un estrato de transición.

En este estrato, nos encontramos la roca en proceso de descomposición, procedente de estratos más profundos mezclada con áridos y materia orgánica procedente del estrato superior.

Aquí es donde se suelen asentar las raíces de la mayoría de los árboles y arbustos.

Finalmente nos encontramos con el Horizonte C, donde se encuentra la roca madre. En este estrato sólo algunas especies lo alcanzan y sus raíces actúan como cuñas, rompiendo la roca y comenzando el proceso de meteorización de la misma.